Lo que se conoce por intolerancia alimenticia es la incapacidad de consumir algunos alimentos o nutrientes sin padecer resultados perjudiciales sobre la salud. En el momento en que el organismo no puede absorber algún alimento, gracias a una carencia digestible, enzimática o metabólica, se charla de intolerancia.
¿A qué edad se muestran?
Las intolerancias alimenticias son mucho más usuales en la niñez gracias a la inmadurez del sistema digestivo y a distintos procesos víricos o infecciosos que tienen la posibilidad de modificar la permeabilidad intestina.
La intolerancia alimenticia puede, por ende, manifestarse desde el instante en que el bebé empieza con la nutrición complementaria. Es aun viable que logre ser intolerante a la lactosa que se encuentra en la fórmula infantil que reemplaza a la lactancia materna
Los antecedentes familiares son un aspecto que predispone.
Los síntomas
En contraste a las alergias —en las que los síntomas son apreciables de manera inmediata— estos síntomas tienen la posibilidad de manifestarse hasta tres días tras haber comido.
- Gases
- Estreñimiento
- Diarrea
- Afecciones intestinales
- Digestiones pesadas
- Hinchazón de estómago
- Vómitos
- Mal de barriga
- Eczemas y picores
- Retardo en el desarrollo
- Cefalea o articular
- Pérdida de peso
Las intolerancias alimenticias mucho más usuales
Si bien hay muchos géneros de intolerancia alimenticia, las más habituales son:
Intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa se genera en el momento en que el organismo deja de generar lactasa, la enzima que asimila la lactosa en el intestino angosto; La lactosa es el azúcar de la leche, un disacárido de glucosa y galactosa.
Se genera en el momento en que hay una sepa o deficiencia de esta enzima, con lo que no se rompen las moléculas de lactosa y se amontona en el intestino. Esta es descompuesta por las bacterias intestinales ocasionando síntomas digestibles diversos como gases, hinchazón abdominal, vómitos, dolores cólicos, por ejemplo.
La intolerancia a la lactosa puede ser de 2 tipos; La Transitoria, es la mucho más recurrente y puede mostrarse por una perturbación mucosa intestinal y la Innata, producida por un déficit de lactasa que es la enzima que metaboliza la lactosa. Esta última es menos recurrente, si bien puede manifestarse desde el nacimiento del bebé.
La producción de lactasa va reduciendo de acuerdo el bebé va medrando, en tanto que se nutren con leche de la mamá al nacer.
Intolerancia al gluten
El gluten es una glucoproteína, que se encuentra en el trigo, avena, cebada y centeno.
Este género de intolerancia es adecuada a que el intestino angosto no es con la capacidad de digerirlo, y consecuentemente se genera una reacción inflamatoria a nivel intestinal que causa atrofia de las vellosidades (las curvas que cubren el intestino) con daño celular y una disminución de la absorción de nutrientes, ocasionando deficiencias nutritivas, en especial en pequeños que están en edad de desarrollo.
Es de base coche-inmune, y los síntomas serían: pérdida de peso, de apetito, náuseas, vómitos, diarreas, pérdida de masa muscular. Los síntomas tienen la posibilidad de estar ausentes o ser atípicos.
Su régimen radica en la supresión del gluten en la dieta. Solo de este modo se puede hallar la regeneración de las vellosidades intestinales y recobrar la absorción intestinal habitual.
Los alimentos que no poseen gluten son: leche y derivados, huevos, carnes, verduras, hortalizas, maíz, arroz, legumbres y aceites.
Intolerancia a la sacarosa y la fructosa
Se genera por la sepa de una enzima llamada sacarasa que hidroliza la fructosa y la sacarosa. Estos azúcares están presentes en cereales, frutas y jugos. Actúa por vómitos, ictericia, incremento del tamaño del hígado, irritabilidad y en ciertos casos puede manifestarse con conmociones. Necesita una dieta sin fructosa, sacarosa ni sorbitol.
Resumiendo
Una vez descubierta la intolerancia a cierto alimento, hay que excluir este de la dieta, así sea completamente o reduciendo las proporciones hasta el momento en que los síntomas mejoren.
La mayor parte de las intolerancias que se genera en la niñez se sobrepasan en meses o en pocos años. Si supones que tu hijo podría padecer intolerancia a algún alimento, consúltalo con tu médico.